El ser cristiano no tiene por qué implicar que seas de derechas.
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miércoles, 16 de junio de 2010

Enfrentamiento entre la hermandad de Triana y el Arzobispo hispalense

Menudo ridículo espantoso el del Arzobispo de Sevilla. La hermandad de la Esperanza de Triana de Sevilla le ha dicho que NO a mandar una imagen suya a la cabalgata prevista por Rouco - que él llama sin rubor Vía Crucis - para dar gloria a Benito XVI, que ya no pasará a la historia como 'el papa de la linda sonrisa' sino, como el Papa de los líos de la pederastia, cuando venga a la Jornada Mundial de las Juventudes Ricas del mundo, un perfecto mitin antiZapatero que sirve para que los nenes y nenas con posibles puedan ir de excursión.
A ver. A veces estos obispos parece que están en las nubes. ¿Os creíais que una hermandad es como una orden religiosa? Anda ya. Por lo que conozco, miren ustedes, señores curas y jerarcas, la mayoría de los cofrades ni van a misa, utilizan preservativos, tienen relaciones sexuales antes del matrimonio, pasan tres kilos y medio de la iglesia, votan al PSOE o a quien les da la gana... pero tienen un cosa con la que no contáis. La particularidad de una fe propia andaluza. La manera de vivir la fe aquí. Os guste como es o no. Porque además, no quejaros porque si las cosas están así... ustedes lo habéis querido.
La iglesia de hoy causa rechazo, cada vez las misas están más vacías, tanto de gente como de imaginación del cura de turno, y si no fueran por las hermandades, el censo católico andaluz sería cero patatero.
Así que miren, la mayoría no se equivoca. Adáptense, y si una hermandad dice NO es que NO. Porque saben lo que hacen y no se dejan manipular. Al pueblo, me refiero. No a las juntas de hermandades utilizadas a veces para trepar hasta en política.
Obispos, curas, aprendan de la fe de los y las (como jode el 'las') cofrades, que sin tantos estudios teológicos como vosotros, están más cerca del Reino de Dios que mucho de los llamado elegidos a pastorear el rebaño.

jueves, 3 de junio de 2010

Corpus Christi


Hoy era uno de los jueves que relucían más que el Sol. Pero dejó de relucir como tantas y tantas cosas en la Iglesia, que sólo tienen el color del hierro mohoso.
También nos demuestra que cuando se quieren cambiar las cosas, se puede.
La lectura de hoy le da una buena lección a los que creen gobernar la Iglesia. Amar a Dios y amar al prójimo. No puede haber una cosa sin la otra. Y no lo hacen. Esta Iglesia de hoy no ama a su prójimo. Mal asunto.

domingo, 23 de mayo de 2010

Pentecostés

En estos tiempos de tribulaciones, pederastias, cajas de ahorros católicas que se hunden, homofobias, machismo, etc... en la Iglesia Católica... necesitamos más que nunca el Espíritu que hoy de nuevo se nos regala. Que así sea.

domingo, 25 de abril de 2010

Situación actual de la Iglesia Católica




¡Ojalá volviérais de nuevo!

Hoy hemos estado hablando en Frontera Radio, cuatro cristianos de a pie sobre la situación de la Iglesia Católica a nivel mundial y a nivel local. Un debate interesante, donde hemos llegado a la conclusión de que esta Iglesia está en crisis. Mucha responsabilidad la tiene el Papa actual, persona no muy grata para el pueblo. A casi nadie le gusta, a no ser que seas del Opus o similar.
Pero de las crisis, salen cosas buenas. Esa es nuestra esperanza. El Espíritu viene pronto. Ojalá llegue a Roma también. Aquí podeís escuchar el programa.

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miércoles, 21 de abril de 2010

Gracias


Gracias Señor.
Te dije aquél viernes,
yo también
¿Por qué me abandonaste?
Pero no. No era así.
Hoy sé que estabas.
En las negruras.
En las penas.
En el dolor.
Estabas.
El dolor no se entiende.
Tú eres todopoderoso
y parece que no todo lo puedes.
Yo creo que te entendemos mal.
Que nos han enseñado mal sobre ti.
Eres todopoderoso.
Pero las cosas son como son
aunque no las entendamos.
Aún somos bebés en el espacio.
Pero siento tu presencia.
Mucho mejor en las alegrías
que en las penas,
esa es la verdad.
Pero sé que estás.
Y eso me ayuda a vivir.
Gracias.

domingo, 4 de abril de 2010

Jesús ha resucitado ¡ALELUYA!


Y a pesar de los clavos que te clavaron, de los azotes que te dieron, de lo que te insultaron, de lo que te despreciaron, los sacerdotes que en nombre de su Dios te condenaron, resucistate. A pesar de la cara de mal humor que el Papa ha puesto hoy en la misa de Resurreción, a pesar de que los jerarcas de tu Iglesia siguen condenando, clavando, despreciando, discriminando...
¡RESUCITASTE!
FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN A TODOS Y TODAS.


viernes, 2 de abril de 2010

Dios mío ¿por qué me has abandonado?

Dios mío ¿por qué nos has abandonado? Tu iglesia huye por las tierras como ovejas sin pastor. Los lobos con piel de corderos nos muerden. Muchas gentes clavadas en la cruz por los que dicen hablar en tu Nombre. Madres solteras. Divorciados. Homosexuales. Niños víctimas de abusos sexuales. Ateos. Agnósticos. Gentes de izquierdas. Pobres. Todos y todas clavados en tu Cruz por los que dicen ser tuyos.
Dios mío, Dios mío ¿por qué nos has abandonado?

jueves, 1 de abril de 2010

Getsemaní

Esta noche, te volveremos a sacar en procesión. Nos pondremos nuestras mejores galas. Presumiremos de ti. Diremos que te seguimos. Que somos de ti.

Pero con nuestras medallas colgadas, te volveremos a negar tres veces. Hasta el sucesor de Pedro te negará en cada silencio.

martes, 30 de marzo de 2010

María de Betania


En Betania. Jesús llega a casa de Lázaro, el resucitado, y María le recibe enjugando sus pies con los perfumes más caros, con olor a nardos.
Se lo reprochan ¿por qué no te gastas ese dinero del perfume en los pobres?
Jesús les reprende. Déjala, que me queda poco. No voy estar aquí siempre. Y los pobres sí.
Qué mal entendido a tenido esto la Iglesia. Sigue adorando y poniendo los perfumes más caros – llámase corona de oros de ocho millones de euros – a las figuras que representan a Jesús, a la Virgen María.
No, no es así. Esas figuras no son ni Jesús ni la Virgen. Son figuras. Son representaciones. El verdadero Jesús, ahora sí, después de su resurrección, está en los pobres. A ellos nos debemos con nuestros perfumes.
Por desgracia, en la Semana Santa Andaluza no todo el mundo lo ve así.

sábado, 27 de marzo de 2010

Viene el Rey

martes, 23 de marzo de 2010

San Romero de América


Huelo a Romero. Es marzo y huelo a Romero.
El pan está en la mesa.
El vino dispuesto a beberse.
Huelo a Romero.
¡No matarás! Gritó el hombre vestido de blanco.
Y le mataron a él,
cayendo muerto sobre el altar,
Le mataron los de siempre.
Se hizo viernes santo de golpe
Y el vino de nuevo se convirtió en sangre.
Huelo a Romero, a Santo Romero,
mientras en Roma, huele el estiércol.


Por hombres santos como él, en estos tiempos tristes en la Iglesia, llenos de corrupción y pederastias, sigo estando convencido de ser cristiano.
San Romero de América, Oscar Romero, obispo de El Salvador, que dió su vida literalmente durante la misa por los pobres. Juan Pablo II dudó de su martirió. Le negó el ser santo, como sí hizo con Escrivá de Balaguer, el del Opus. Una mancha más en el historial del Papa polaco.
San Romero de América. No te pierdas el vídeo. Cada vez que lo veo, se me saltan las lágrimas y se me ponen los pelos de punta. Y si quieres saber más, lee éste artículo de Eclesialia.




LA ÚLTIMA CENA DE MONSEÑOR ROMERO, UN MÁRTIR INCÓMODO
En el treinta aniversario de su martirio
BRAULIO HERNÁNDEZ MARTÍNEZ, brauhm@gmail.com
TRES CANTOS (MADRID).

ECLESALIA, 23/03/10.- “¡Y dígales a los padres de la UCA que lo que monseñor dijo ayer en la homilía es un delito!”, advirtió, amenazante, el oficial militar a la persona que había ido por la mañana a recoger el parte sobre los incidentes de la toma de la UCA por la policía nacional. Era lunes, 24 de marzo de 1980. Monseñor Romero amaneció con su sotana blanca. Cuando se vestía de blanco, las hermanas del hospitalito, donde vivía, sabían que él iba a salir hacia el mar. “A saber a dónde va…”, “A saber qué tiene por ahí…”, le decían las hermanas, tomándole el pelo. “Llévenos, monseñor…”, le suplicó otra, en son de broma. “A donde yo voy, ustedes no pueden ir…”, respondió, mientras tomaba un bocado.
Ese lunes, 24 de marzo, monseñor dijo su misa matutina. Después de desayunar se dio una vuelta por el arzobispado. Y, con un grupo de sacerdotes, partió hacia el mar. Llevaban, para reflexionar, un documento papal, sobre el sacerdocio. Comieron, haciéndose bromas, a la sombra de los cocoteros. Regresaron antes de las tres de la tarde. Monseñor tenía una misa en el hospitalito a las seis. Se duchó, atendió a una visita y después fue a visitar a su médico para que le mirara los oídos. A las cuatro y treinta, se dirigió a Santa Tecla, a la casa de los jesuitas, para ver a su confesor: “Vengo, padre, porque quiero estar limpio delante de Dios”. A las seis y veintiséis (“él cenaba habitualmente a las seis y media”), monseñor Romero caía, asesinado, en el altar, en el ofertorio de la misa. Como santo Thomas Beckett. “Monseñor Romero: un mártir del siglo XX. Asesinado por predicar el evangelio” recogía, en la portada, el ABC de Sevilla (27/03/1980).
Sin embargo, cuenta el periodista Juan Arias, en el primer viaje de Juan Pablo II a América latina, el Papa Wojtyla se irritó con él porque le mencionó el martirio de monseñor Romero. “Eso aún había que probarlo”, le cortó el pontífice. En el mundo Romano, monseñor Romero no tenía muchos forofos. Entre sus amigos, estaban el padre Arrupe, General de los jesuitas, y el cardenal argentino Eduardo Pironio (amigo, y confidente, del malogrado Juan Pablo I). Juan Pablo II condenó el asesinato de monseñor Óscar Arnulfo Romero como “un crimen execrable”. Pero se refirió al arzobispo salvadoreño como ‘celoso pastor’, nunca lo elogiaba como mártir, escribe el sacerdote Jesús López Sáez en “El día de la cuenta” (comayala.es).
Un mes antes de morir asesinado, monseñor Romero había denunciado, el 24 de febrero, una nueva amenaza de muerte. “Desde 1979, cuando se dirigía en su ‘jeep’ a los cantones, empezaron a cachear su automóvil -y también a él, con los brazos en alto, como si fuera un subversivo- por las fuerzas de seguridad”. Hasta que “acallaron su voz para no tener que oír la llamada a la conversión”, escribe el P. Jesús Delgado: “Óscar A. Romero. Biografía”, UCA Editores.
Treinta años después, “San Romero de América” no tiene sitio en el Santoral oficial. Pero su nombre figura inscrito en el Martirologio latinoamericano, el “rincón de la Memoria de los Mártires de América”, se lee en el “calendario litúrgico” de Koinonía. Son cientos, entre sacerdotes, religiosas, religiosos, diáconos, seminaristas, catequistas, campesinos,… víctimas de las dictaduras latinoamericanas (de derechas). Entre ellos Ignacio Ellacuría, asesinado en 1989 junto a cinco jesuitas (cuatro españoles) y dos mujeres. Pero “no son el modelo de santos que promueve el Vaticano”. Ellacuría y Jon Sobrino, jesuitas vascos, tuvieron mucho que ver en la conversión de Romero.
Óscar Romero, aunque “siempre samaritano”, era un sacerdote de perfil conservador, defensor de la pastoral sacramentalista, de la piedad personal, y de la pureza del magisterio. Su receta, más piedad y oración, y menos cantos de protesta social, chocaba con la praxis de los sacerdotes más jóvenes, especialmente los jesuitas de la Universidad Centroamericana (UCA). Ellos eran el blanco de los ataques de su pluma; primero en San Miguel. Y después, siendo obispo auxiliar, cuando el arzobispo (como mal menor) lo puso al frente de Orientación, semanario de información religiosa. Su falta de sintonía con la línea pastoral de la archidiócesis (especialmente con el otro obispo auxiliar, A. Rivera Damas, “cien por cien medellinista”), llevó a Romero a dejar de asistir a las reuniones del clero. El arzobispo, Chávez y González, sabedor de que Romero hacía piña con el nuncio, tuvo que consentir aquellas ausencias.
Cuando fue nombrado obispo titular de la diócesis de Santiago de María, monseñor Romero tuvo que hacer frente a un experimento piloto de pastoral popular, “Los Naranjos”, juzgado como peligroso por el Gobierno. Nacido del espíritu de Medellín, era “una experiencia de evangelización, adaptada al campesinado, donde se impartía la palabra de Dios en clave de concienciación política, para un pueblo oprimido, sin voz”. Monseñor Romero, lo canceló, temporalmente, comprometiéndose a estudiarlo. Tras corregir algún exceso en la interpretación del Documento de Medellín, propuso implantarlo en cada parroquia, bajo la supervisión de los párrocos y del obispo. Romero empezaba a abrirse al espíritu de Medellín (origen de la Teología de la Liberación). Años después, en una carta a Juan Pablo II, le escribirá: “Creo en conciencia que Dios pide una fuerza pastoral en contraste con las inclinaciones ‘conservadoras’ que me son tan propias, según mi temperamento”.
En junio de 1975, un mes muy sangriento, un grupo de campesinos que regresaban de una celebración litúrgica, fue ametrallado, premeditadamente, por la Guardia Nacional en el cantón Las tres Calles. El gobierno lo justificó, alegando que portaban armas subversivas. Sus únicas armas eran sus biblias. Monseñor Romero consoló a los familiares de las víctimas; pero no condenó públicamente la masacre, desoyendo el clamor popular. Se limitó a enviar una carta de queja al presidente Molina, su amigo. El funeral derivó en un acto de protesta.
Su tibia reacción en la condena, hizo creer al Gobierno (y a la oligarquía que lo sustentaba) que Romero era un obispo a su medida, que no interfería en sus cruzadas contra la subversiva pastoral medellinista (a la que acusaban de marxista). De forma unánime –cuando llegó la jubilación del arzobispo Chávez– el Gobierno, y las clases influyentes y adineradas, dieron su aprobación al nuncio cuando éste, que había apostado por Romero, les pidió su opinión para nombrarlo como arzobispo de la capital. Lo “natural” hubiera sido nombrar sucesor al otro auxiliar, A. Rivera Damas, con mucha más antigüedad, y que aseguraba la continuación de la línea pastoral de la archidiócesis. El problema del nuncio fue convencer al sector más influyente del clero para que arroparan al nuevo arzobispo (tan crítico con la pastoral archidiocesana cuando estuvo de auxiliar). Para el grueso del clero, la noticia del nombramiento de Romero, el 3 de febrero de 1977, fue una mala noticia.
Sólo 20 días después de tomar posesión, asesinaban, el 12 de marzo de 1977, al jesuita Rutilio Grande, y a dos campesinos colaboradores, que venían de celebrar un matrimonio. El asesinato de su amigo Rutilio (había sido el maestro de ceremonias en su consagración episcopal) provocó en el arzobispo Romero un milagro. Como el ciego de nacimiento, en la piscina de Siloé, monseñor Romero pudo confesar (para escándalo de algunos): “Rutilio me ha abierto los ojos”.
Para reprobar aquel vil asesinato, que afectaba a todos los católicos, los sacerdotes, religiosos y religiosas decidieron, en asamblea, no tomar parte en los actos públicos del Gobierno (hasta que éste no aclarase aquel asesinato) y convocar a una gran misa en la catedral, única para toda la archidiócesis: eximiendo de la misa dominical en las parroquias. “Dejaban, por supuesto, la decisión final en manos de su arzobispo”. Monseñor Romero decidió sumarse: era la oportunidad para sellar la unidad del clero. Pero tenía que informarle al nuncio. Y “recibió de éste una dura reprimenda”. Sus amigos católicos de la alta sociedad también intentaron disuadirlo. Ante su firme decisión, protestaron por verse privados del cumplimiento del precepto dominical. La eucaristía reunió a casi 100.000 salvadoreños, llegados de todos los rincones del país. El nuncio, para no verse comprometido, se ausentó a Guatemala. Monseñor Romero había optado, en conciencia, por estar al lado de sus curas, y del pueblo sin voz, antes que agradar al nuncio y a los poderosos.
Quienes le habían dado su apoyo, sin reservas, el 3 de febrero de 1977, ahora se sentían defraudados. “Nos hemos equivocado”, lamentaban. El 10 de mayo de 1977 -en la misa funeral por un ministro del gobierno asesinado-, en la misma catedral empezaron a escucharse “cuchicheos de muerte”, más sonoros entre las damas católicas: “Ay, que Dios me perdone, pero ¡yo deseo la muerte de ese obispo!”…
A Roma empezaron a llegar “informes”, de algunos obispos compañeros. Y Roma enviaba a Romero “visitadores apostólicos”. Monseñor Romero decidió viajar a Roma, para aclarar malentendidos y desmontar maquinaciones. “¡Ánimo!, no todos comprenden, pero no desfallezca”, “Usted es el que manda”, le consolaba Pablo VI. Un apoyo que, en la Prefectura para los Obispos, se diluía, transmutándose en duras reprimendas. Romero palpó la incompatibilidad de la diplomacia vaticana con la verdad evangélica. “Las curias no podían entenderte: ninguna sinagoga bien montada puede entender a Cristo”, escribe el obispo Pedro Casaldáliga en su poema “San Romero de América, Pastor y Mártir nuestro”.
Su primer encuentro con Juan Pablo II, en mayo de 1979, fue desolador. “Compañeros y gentes malintencionadas le habían entregado al Papa informes muy negativos” sobre Romero. Él le llevaba un dossier con las sistemáticas violaciones de derechos humanos en su país, algunos muy calientes, como la matanza del sacerdote Octavio Ortiz y de cuatro jóvenes menores de 15 años, en el recinto “Despertar”, en un cursillo de iniciación cristiana. Tras días de espera, Juan Pablo II le concedió una breve audiencia: “No me traiga muchas hojas, que no tengo tiempo de leerlas... Y además, procure ir de acuerdo con el gobierno”. Romero, se cuenta, salió llorando: “El papa no me ha entendido, no puede entender, porque El Salvador no es Polonia”.
El 1 de diciembre de 1979 (le quedaban menos de cuatro meses de vida), monseñor Romero fue homenajeado en su antigua diócesis, Santiago de María. En uno de los actos programados para ese día, sacerdotes y amigos suyos le tenían preparado una sorpresa. El acto consistió en una escenificación teatral: el martirio de santo Tomás Moro.
En enero de 1980, monseñor Romero tuvo su segundo encuentro con Juan Pablo II, mucho más cálido. El papa lo recibió enseguida y le felicitó por su defensa de la justicia social, pero advirtiéndole de los peligros de un marxismo incrustado en el pueblo cristiano. Romero, “con su habitual espíritu de obediencia, le respondió que el anticomunismo de las derechas no defendía a la religión, sino al capitalismo”. Ya lo había denunciado, el 15 de septiembre de 1978: “Hay un ‘ateísmo’ más cercano y más peligroso para nuestra Iglesia: el ateísmo de capitalismo cuando los bienes materiales se erigen en ídolos y sustituyen a Dios”.
Las palabras que monseñor Romero pronunció el domingo 23 de marzo de 1980 en la catedral -“no matarás”, “¡les suplico, les ordeno en nombre de Dios, que cese la represión, que no obedezcan si les ordenan matar!”-, el gobierno las calificó de “subversivas”: una provocación. Ese día, durante la comida, monseñor “se quitó los anteojos, cosa que nunca hacía, y permaneció en silencio… Eugenia, mi mujer, que estaba a su lado en la mesa, se quedó sobresaltada por la mirada larga y profunda que le dirigió… Lágrimas brotaron de sus ojos. Lupita le reprendió: ‘qué eran esas cosas de estar llorando’. Fue un almuerzo triste, desconcertante. De repente, monseñorrepasó, uno a uno, a todos sus buenos amigos, sacerdotes y laicos”. Doce años antes, apunta el P. Jesús Delgado, monseñor Romero, en unas meditaciones sobre la muerte, había escrito en un cuaderno estas palabras, proféticas, del Apocalipsis (3,20): “Y cenaré con él”. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).




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domingo, 21 de marzo de 2010

Tirar la primera piedra

Jesús siempre atendiendo a la mujer. Considerando a la mujer. Eligiéndola para nacer. Eligiéndola para ser la primera en verle resucitado.
Y nosotros, los hombres, siempre condenándolas. Si has escuchado la Palabra del Evangelio de hoy, sabrás por qué lo digo.

No estoy yo por la labor
de tirarles la primera piedra
si equivoco la ocasión
y las hallo labio a labio en el salón
ni siquiera me atrevería a toser
si no gusto ya sé lo que hay que hacer
que con mis piedras hacen ellas su pared.

viernes, 19 de marzo de 2010

Cañizares o la lejanía de Dios



El cardenal Antonio Cañizares opina que las noticias en torno a los abusos sexuales a menores protagonizados por religiosos de la Iglesia católica en Alemania, son "ataques" que pretenden que "no se hable de Dios, sino de otras cosas". La proliferación de estas denuncias, dijo, "no preocupa excesivamente" a la Iglesia, "porque nosotros estamos asentados sobre la cruz de Jesucristo, que siempre es salvación y victoria (...), es la esperanza de un amor que está por encima de todo". De El País. La foto es de aquí.

Si a este Cardenal los asuntos de la pederastia, no le preocupan excesivamente, debería abandonar la Iglesia. No es su sitio. Podrá representar a la jerarquía, pero nunca jamás a nada que tenga que ver con el Evangelio de Jesucristo, que dijo: El que escandalizare a uno de estos pequeños más le valdría que le atasen una piedra de molino al cuello y lo echasen al mar (Mt. 18, 6).

miércoles, 17 de marzo de 2010

Pederastia en la Iglesia Católica

Debido a la importancia y transcendencia a nivel de opinión pública, por los casos de pederastia en la Iglesia Católica, el post de este blog pasa a portada de mi web principal y lo podeís leer pinchando aquí.

lunes, 15 de marzo de 2010

Los problemas de la jerarquía de la Iglesia


Que no son los mismos que los del Pueblo de Dios. Mientras éste sufre la crisis en los países ricos, o la hambruna en el último mundo, ellos siguen ahí, empeñados en discutir sobre el sexo de los ángeles. Y hoy toca, discutir sobre Adán y Eva. En el siglo XXI.
Mientras, los templos cada vez más vacíos ante los escándalos producidos por el apego al dinero y al poder, y el silencio vergonzoso ante los múltiples casos de pederastia de los que nos enteramos cada día.

domingo, 14 de marzo de 2010

Mujer

Dios la elegió mujer para hacerse hombre. Dios la eligió mujer para ser la primera persona que lo viera resucitado. Démosle a la mujer en la Iglesia el sitio que se merece. Son nuestras madres, son nuestras hermanas y son exactamente iguales que nosotros, los hombres, con nuestras mismas capacidades.
Bajemos a María del altar, y Veámosla de Tú a tú. Ella es la más grande. La que nos acompaña. La que le puso las cosas claras a los ricos y los poderosos en su Magnificat.
María, Madre de Dios, te pedimos una Iglesia igualitaria, sin el pecado del machismo.

sábado, 13 de marzo de 2010

Hijo pródigo

El Dios en el que creo, ni mucho menos es el de Sodoma y Gomorra. Éste es el Dios en el que creo. El que me dice: ¡Qué bueno que llegaste!




Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (15, 1-3. 11-32)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo. Por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”.
Jesús les dijo entonces esta parábola: “Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte de la herencia que me toca’. Y él les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a padecer necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera.
Se puso entonces a reflexionar y se dijo: ‘¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores’.
Enseguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo’.
Pero el padre les dijo a sus criados: ‘¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo.
Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y empezó el banquete.
El hijo mayor estaba en el campo y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba.
Este le contestó: ‘Tu hermano ha regresado y tu padre mandó matar el becerro gordo, por haberlo recobrado sano y salvo’. El hermano mayor se enojó y no quería entrar.
Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó: ‘¡Hace tanto tiempo que te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo tuyo, que despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo’.
El padre repuso: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’ ”.

viernes, 12 de marzo de 2010

Ven y sígueme.


Entonces Pedro le dijo a Jesús: Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte. Jesús le respondió: Yo les aseguro: Nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, dejará de recibir, en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna” Marcos 10,17-30

“Y Jesús, oído esto, le dijo: Aun te falta una cosa: vende todo lo que tienes,y da á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Entonces él,oídas estas cosas, se puso muy triste, porque era muy rico.” Lucas 18:22-23


En mis tiempos de estudiante, uno de mis compañeros, cristiano como yo, me preguntaba continuamente sobre estas lecturas. Teníamos 20 años. El sabía que yo era catequista. Me decía que el mensaje de Jesús era muy duro y muy radical. Sígueme. Déjalo todo y sígueme. Yo no sabía explicarme. Lo veía de otro modo. Veía que cada cual tenía que dar lo que pudiera. Uno sabe exactamente si da más de lo que puede o da menos. Que había que escucharse a sí mismo, y a partir de ahí, coherentemente hacer lo que uno tuviera que hacer.
El seguía atormentado con la misma pregunta. Se exigía demasiado. Un día, me enteré que entró en el seminario, pero con el tiempo se salió, conoció a una chica, y la verdad, que ahora no sé cómo está.

Criticar a la Iglesia - a la jerarquía - es muy fácil. Sobre todo porque lo hacen tan mal que nos lo ponen en bandeja. Pederastia, apego al poder, homofobias, machismos, etc... tienen unos pecados tan gordos y tan visibles que nos lo ponen a huevo.
Pero la Iglesia - no sólo la jerarquía - es mucho más. Hay curas y hay curas.

No debe ser fácil eso de lo dejo todo y Te sigo. Para nada. Ser cura puede significar que tienes la vida resuelta y a vivir del cuento. Pero ser cura puede significar que tienes que sacrificar el amor de tu vida. Que tienes que callar cuando tienes ganas de gritar. Que tienes ganas de llorar y sólo lo puedes hacer solo. Que tienes que trabajar todos los días, incluido - el que más - los domingos.

Ser cura puede significar vivir como un príncipe o puede significar sufrir hasta que te mueras.

Y a éstos me dirijo y de éstos os hablo. De los curas que lo pasan mal por miles de motivos: por ser consecuentes con el Evangelio, porque no son entendidos, porque sufren de enfermedad y siguen su trabajo. Porque a pesar de todos los palos que les dan en su vida, siguen con esa frase en su cabeza y en el corazón: lo dejo todo y Te sigo.

Esta claro que en esta vida recibirán el ciento por uno y en la otra, tendrán la vida eterna. Pero va siendo hora de que su vida eterna, la placentera, la gocen aquí con nosotros. Porque el Reino no es para los muertos, es para los vivos.
A fin de cuentas, nos despistamos tanto buscando santos en los altares - que los hay, aunque algunos sean expréss y por encargo - y no nos damos cuenta de los santos - llenos de pecados sí, pero santos - que tenemos delante de nuestras narices y no somos capaces de ver.
Por ellos, deberíamos orar un poquito. No para pedir. Sino para dar gracias de que todavía existan personas que lo dejan todo por Jesús de Nazaret a cambio de nada, y con el precio de pagar una vida de disgustos, y siguen ahí, en la brecha, con su alzacuellos puesto.

miércoles, 10 de marzo de 2010

En defensa del Rey de España.


En el Portal de Noticias de Aciprensa, aparece unas declaraciones del Obispo de Alcalá de Henares, Monseñor Juan Antonio Reig Plá, criticando al Rey de España, don Juan Carlos de Borbón.
A ver. Te gustará o no el Rey. Serás monárquico o republicano, pero en España, existe una cosa que es la legalidad y eso, lo ha cumplido el Rey desde que entró.
En España, la soberanía nacional reside en el pueblo español, que se expresa a través de la legislación desde el Parlamento. El Rey sanciona las leyes. Es inviolable, y la responsabilidad, si la hubiere, sólo cae en quien le presenta la ley, es decir, el gobierno.
El Rey no se puede negar a firmar una ley.
Pienso que la jerarquía católica está aquí actuando con muy mala idea, pero muy mala, porque está utilizando el aborto (algo que le importó tres pitos durante los gobiernos del Partido Popular y nunca se manifestó como ahora) como acción política para desgastar el gobierno y que entre uno de la derecha títere suyo.
Y digo mala día, porque lo que da a entender este obispo, es que le hubiera gustado que el Rey de España hubiera hecho algo parecido a lo que hizo el Rey Balduino de Bélgica. Abdicar, que firme otro, y volver.
Eso hubiera provocado en España una crisis política de dimensiones incalculables, que podría incluso terminar con el estado de derecho que tenemos ahora.
El Rey de España ha sido sensato, y no se ha dejado presionar por la jerarquía de la Iglesia Católica, y yo, como español, lo agradezco.
Que conste que considero que el mejor sistema de gobierno es la República y no la Monarquía, pero acato la ley, respeto la figura del Rey y además, a título personal, Juan Carlos de Borbón no me cae mal. Ha sido un personaje clave en la Historia de España. Juró los principios del movimiento franquista y cuando murió el dictador, decidió tomar el camino de la democracia. Mis aplausos.
Podemos discutir de todo, sobre monarquía o república, pero aquí el Rey ha hecho lo que tenía que hacer.
Porque el Rey es coherente con su función. Cosa que no puede decir la Iglesia Católica, que se quedó muda y no critica por cobardía, los divorcios en la Casa Real. No hay que olvidar, que la jerarquía no dudó en dejar utilizar el Altar Mayor de la Catedral de Sevilla, para bodas de la realeza. Altar, que parece maldito, pues quien se casa allí, sobre todo del famoseo, luego se divorcia.
Y ahí, los obispos callan. Nunca se manifestarán ya contra el divorcio. La derecha presenta demasiados candidatos divorciados y divorciadas y eso no les conviene. Callan con silencios tan escándalosos como los que mantuvieron durante la legislatura del PP en cuánto al aborto, o como el que mantienen, con los cada vez más casos de pederastia en la Iglesia.

En este portal, 'mis hermanos católicos' ponen al Rey de vuelta y media. De verguenza.

Así, que Viva el Rey, y abajo las figuras negras que sólo pretenden hacerle daño a España, para cumplir el fin oscuro de sus intereses.

martes, 9 de marzo de 2010

Fariseos


Cada cual tiene su manera de orar. Hay miles. Yo utilizo una muy fácil y muy moderna. Estoy apuntado a la Lectura del Día, y cada mañana, lo primero que veo en mi correo electrónico son las lecturas que se hacen en la misa diaria, además de un pequeño comentario sobre estas.
Me gustan estas lecturas porque se interpretan de una manera progresista, con el espíritu del Vaticano II y lejos de lo que hoy, por desgracia, reina en las altas esferas de la Iglesia Católica.
En la lectura del Evangelio del Domingo pasado me envían un comentario que me ha dado que pensar, y sobre todo me ha dado esperanzas, porque aún sigue habiendo dentro de la Iglesia gente que no ha perdido el norte del Evangelio.
El texto era la parábola de la higuera en la viña. Y el comentario dice así, entre otras cosas:

Vivimos en sociedades llamadas cristianas. "Occidental y cristiana" se decía, y los frutos fueron torturas, desapariciones, asesinatos, delaciones, miedo, desesperanza. y más todavía: hambre, desocupación, analfabetismo, falta de salud y vivienda, desesperanza y "por los frutos se conoce el árbol".
Hoy, muchos llamados cristianos siguen viviendo su fe muy lejos de los frutos de amor y justicia que nos pide el Evangelio: participan de mesas de dinero, de la tiranía del mercado, pagan sueldos "estrictamente «justos»" y precisamente bajos, están afiliados a partidos que nada tienen que ver con la Doctrina Social de la Iglesia (¿se puede - por ejemplo- ser cristiano y neo- liberal? ¡ciertamente no!).
¿Y los frutos? Individualismo, hambre, pobreza. Así, por ejemplo, vemos que uno de los problemas que tenemos en América Latina para el reconocimiento "oficial" de nuestros mártires es que quienes los han matado "se llaman ellos mismos cristianos!", y esto desconcierta a muchos.
¡Cuántos se llaman cristianos entre nosotros! ¡Cuántos son "cristianos comprometidos" participantes de misas y movimientos!. Pero también, ¡cuánto es el escándalo!


"Dios mío: quiero pedirte perdón hoy por haberme olvidado de lo más importante: que eres mi Padre; Señor, nunca más quiero tenerte miedo, soy tu hijo y no tu esclavo. Desde hoy en adelante quiero que estés contento conmigo. Quiero demostrarte con hechos, y no con meras palabras, que te quiero. quiero amarte en cada hombre que me salga al encuentro, porque ésa es tu voluntad. Quiero sufrir con mis hermanos que están sin trabajo, quiero sentir como mía la angustia de miles y miles de jubilados. Haz, Señor, que como Tú, pase por la vida desparramando amor" (Carlos Mugica, http://carlosmugica.com.ar).

Las lecturas del día las podéis encontrar en http://www.lecturadeldia.com/

lunes, 8 de marzo de 2010

De tu mano, dejándome llevar.

«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí;
su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos,
enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre » (Lc 1, 46-55).

Comenzamos


Comenzamos un nuevo camino. Después del parón. De nuevo, de tu mano.